Uno de los grandes éxitos del gobierno de China ha sido lograr, durante los últimos 35 años, sacar de la pobreza a 800 millones de ciudadanos, cifra bien conocida y analizada, y desde cualquier punto de vista una asombrosa hazaña.
Sin embargo, aproximadamente 40 millones de chinos aún viven en la pobreza extrema, es decir, ganan menos de 324 dólares al año.
Según un estudio de la Universidad de Pekín, el 1% de las familias controla un tercio de la riqueza del país. El 25% de las familias chinas más pobres solamente tiene el 1% de la riqueza china.
Xi Jingping ha presentado ante la Asamblea General de Naciones Unidas su proyecto de erradicar la miseria para 2020 (elevar el nivel de vida de esos 40 millones de chinos).
Y lo que Xi se propone lo logra, teniendo en cuenta su capacidad de ejecución y el poder político que maneja. Hoy el mundo lo reconoce como “el nuevo emperador chino”.
Sabiendo que la población más pobre de China está en el campo, su plan se centra en el mejoramiento de la vida de los campesinos y la modernización de la agricultura.
Para lograrlo, Xi dará un impulso definitivo a la reforma rural, en la cual se han invertido tiempo y abundante dinero de tiempo atrás. Ya en el 2015, China había invertido 3.200 millones de dólares en la modernización de su agricultura sin lograr la deseada eliminación de la miseria en el campo.
Hoy la responsabilidad recaerá mayormente un renovado y ampliado Ministerio de Agricultura, al cual se unirán el Ministerio de Aguas y el de Energía. El primer propósito del plan de Xi es proporcionar agua y energía a todo el territorio, aun los lugares más remotos.
Naturalmente, parte importante del plan es la modernización de la red de comunicaciones de las regiones más alejadas. Todo pueblo deberá estar conectado a la red nacional de comunicaciones; de manera que los productos agrícolas lleguen fácilmente a los mercados y los campesinos estén comunicados con el resto del país.
Sin embargo, el mayor esfuerzo se centrará en la mejora de la vida del agricultor. Su vivienda, su salud y, muy especialmente, su educación deben estar al nivel de la de los ciudadanos de las grandes urbes para el año 2020.